Ernesto Rosas
La mayoría de las personas esperan de Dios muchas cosas pero muy pocos se preguntan lo qué Dios espera de nosotros. La Biblia nos muestra claramente su deseo:
Miqueas 6:8 NVI
8 ¡Ya se te ha declarado lo que es bueno!
Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor:
Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.
Toda la palabra de Dios nos declara lo que es bueno, lo que es correcto y lo conveniente, ahora depende de nosotros si lo hacemos.
Justicia, misericordia y humildad, tres valores que no debemos olvidar.
Practicar la justicia – Significa amar lo correcto y no lo conveniente, es odiar el pecado y la maldad. Todas nuestras palabras y acciones deben estar dentro de éste marco y debemos practicarlas cada segundo de nuestra vida.
Las cosas que nos convienen no siempre son correctas. Por ejemplo, nos ganamos una infracción de $500.00 por un error que cometimos en la calle con nuestro automóvil. El policía nos dice que le demos solo $200.00, nos ahorraremos $300.00 y las tres horas para ir a pagar la multa y recoger la licencia de manejar. Si nos conviene en todos los aspectos pero no es correcta la acción porque es corrupción.
Amar la misericordia – La misericordia nos habla de una segunda oportunidad, de tener compasión por los demás, de amar a nuestro prójimo.
Vivimos en medio de una generación insensible por causa del orgullo y de las heridas emocionales que han recibido a lo largo de su vida. Esto se refleja principalmente en la familia y el matrimonio. Jesús nos dio la orden de amarnos los unos a los otros como a nosotros mismos.
¿Cuánto te amas a ti mismo? – Darnos un espacio para nosotros mismo y hacer lo que nos gusta. Cuidar nuestra salud física, mental y emocional. Darle a nuestro cuerpo alimentos saludables y evitar los que nos hacen daño. Si no nos cuidamos a nosotros mismos, difícilmente amaremos a los demás.
El amor a los demás se demuestra con nuestras acciones y palabras. Si amas a alguien no lo vas a lastimar con lo que hables o hagas por muy enojado que estés. Por eso debemos amar la misericordia.
Humillarnos ante Dios – Significa que debemos ser sensibles a Su voz y a Su Palabra. El orgullo endurece el corazón del hombre y lo hace insensible hacia los demás y hacia Dios.
Humillarnos es estar dispuesto a obedecer totalmente la Palabra de Dios y hacerlo, porque puede estar dispuesto pero no lo haces.
Humillarnos ante Dios es depender totalmente de Él y no de nuestras propias fuerzas, talentos, habilidades o bienes. Esto nos habla de fe y confianza total, sin una pisca de duda.
Estas tres cosas son las que espera Dios de nosotros y toda la Biblia nos declara lo que es bueno. Hagámoslo siempre hasta que Cristo venga por nosotros.