EL HIJO SIGUE AL PADRE
Juan 5:18-23
La Biblia nos enseña la importancia de la relación familiar, la relación entre los padres y los hijos, por eso nos pide que enseñemos a nuestros hijos amar a Dios, pero ésta enseñanza se da solo con el ejemplo para que ellos no la olviden y la practiquen. Deuteronomio 6:1-8, Proverbios 22:6, Isaías 59:21
Nosotros los padres ¿Qué estamos enseñando a nuestros hijos, qué están viendo en nosotros?
Tenemos una gran responsabilidad ante Dios de nuestras actitudes, comportamiento y nuestras palabras, porque tienen una gran influencia en nuestra descendencia, porque ellos después lo repiten de manera consciente e inconsciente.
Nuestro Padre celestial nos puso el ejemplo, pues nuestro Señor Jesucristo no hizo nada que no viera primero al Padre hacer. El Padre ama al Hijo por eso le muestra todo lo que hace (v.20). El amor nos debe mover a enseñar a nuestros hijos, no solo es darle comida, ropa, zapatos y una casa, hay más que eso, debemos mostrarles a nuestros hijos cómo vivir la vida, cómo verla y cómo enfrentarla.
El Padre enseñó al Hijo y luego le delegó todo (v.21 -22). Por el Hijo resucitó a los muertos, hizo sanidades y milagros, porque todo lo vio al Padre hacer y luego lo hizo Hijo. Nosotros continuamos con la tarea que Jesús nuestro Señor recibió del Padre, ahora nos toca a nosotros hacer lo que vimos hacer a Jesús.
El Padre busca que todos honremos a Su Hijo Jesucristo porque así el Padre también recibe la gloria y la honra. Cuando nosotros enseñamos bien a nuestros hijos y ellos hacen lo que han aprendido, nosotros los Padres nos sentimos honrados por Dios y dichosos por nuestro hijos (v.23).
El Hijo siguió al Padre en todo, y eso nos deja un gran reto para que nuestros hijos puedan seguir nuestro estilo de vida y la manera que amamos a Dios. Es cierto que nuestros hijos finalmente ellos tomarán sus propias decisiones sobre la manera de vivir, ellos escogerán entre la vida y la muerte, la bendición y la maldición, el éxito y el fracaso. Pero nosotros debemos tener la conciencia limpia ante Dios de que hicimos lo que Él nos mandó hacer con nuestros hijos.
Sigamos el ejemplo de nuestro Señor Jesús en la manera de vivir, de amar a Dios y servirlo.
El Hijo sigue al Padre, y nosotros seguimos a Jesús, para que en todo nuestro Padre celestial sea glorificado.