miércoles, 16 de septiembre de 2009

Clase 21 - GC 2009

SU PALABRA EN NOSOTROS
Juan 5:31-40

La palabra testimonio significa: Prueba, justificación y comprobación de la certeza o verdad de algo. Jesús nos enseña que si nosotros hablamos de nosotros mismos no tiene validez como cuando otra persona lo hace, ya sea de manera positiva o negativa. Nosotros podemos hablar maravillas de nosotros mismos, pero la gente que vive o convive con nosotros ¿Qué dirá?

Juan el bautista era un profeta y así lo consideraba la gente. Sus comentarios o declaraciones eran de gran peso o valor por ser quien era. Juan dio testimonio de Jesús y lo reconoció como el Cordero de Dios, el Hijo del Altísimo.

Jesús dio testimonio de si mismo en su manera de hablar, de vivir, de actuar, los milagros, porque solo hacía lo que el Padre le mando hacer y eso tuvo mayor peso que el testimonio que dio Juan, porque el testimonio de Jesús fueron más que palabras, sus obras testificaron quien realmente lo había enviado.

Nosotros debemos seguir las pisadas de nuestro Señor Jesús, y nuestras obras deben testificar que Jesús nos ha enviado, que Él nos ha pasado la estafeta para continuar extendiendo Su Reino en ésta tierra. Por nuestros frutos seremos conocidos ante la gente, principalmente ante Dios. Nuestras obras y manera de vivir deben testificar que somos hijos de Dios comprometidos con Él y con Su Palabra.

Los israelitas practican una religión pero no tenían una relación con Dios porque no escuchaban Su voz, no lo habían visto ni Su Palabra vivía en ellos. Hoy en día así son las personas que practican alguna religión pero no tienen una relación íntima con Dios ni con Su Palabra, y esto puede suceder a los mismos cristianos que caen en una monotonía y aburrimiento espiritual, o simplemente no practican la oración y la Palabra.

La Palabra de Dios da testimonio de Jesús y nosotros debemos aprender a depender de las Escrituras para conocerlo y amarlo más. No basta con estudiar la Biblia de manera teológica, y no es malo hacerlo, pero debemos “vivir” la Palabra y ella de vivir en nosotros, ésta es la diferencia de vivir un cristianismo sano a un cristianismo religioso, como los fariseos, saduceos y escribas en los tiempos de Jesús, que conocían las Escrituras pero no conocían a Dios.

Cuando la Palabra de Dios vive en nosotros podemos dar testimonio que somos hijos de Dios, por nuestra manera de vivir, de hablar y de actuar. La única manera que viva en nosotros es leerla todos los días, estudiarla, meditarla, memorizarla y obedecerla en todo. Nuestro reto es que la “La Palabra de Dios viva en nosotros todos los días”