jueves, 5 de enero de 2012

Clase 1 - GC 2011

PERSEVERA EN LA CARRRERA

Hebreos 12:1

Cuando vemos las competencias de velocidad como la carrera de cien metros, observamos que los competidores deben estar preparados físicamente, con la ropa y zapatos adecuados para lograr llegar a la meta en primer lugar o dentro de los tres primeros. Sería imposible ganar si corremos con zapatos industriales que traen un casco metálico de protección, pantalones y chamarras de mezclilla, cabello largo y suelto, el esfuerzo sería exageradamente extremo y con la remota posibilidad de llegar dentro de los primeros tres lugares, al menos que solo sean tres deportistas.

La única manera de correr en la vida cristiana y perseverar hasta el final con buenos resultados es quitarnos todo estorbo que no nos deja avanzar con éxito, y la Escritura se refiere al pecado, porque nos hace caer fácilmente.

¿Qué pecado no nos deja avanzar? Puede ser la mentira, el resentimiento, la avaricia, el rencor, la fornicación, el adulterio, entre otros. El pecado trae inseguridad y miedo en la relación con Dios, así como le pasó a Adán y Eva que se escondieron después que desobedecieron a las instrucciones de Dios. Hoy en día sucede lo mismo.

También los malos hábitos son enemigos que no nos dejan alcanzar nuestras metas personales. ¿Qué metas dejaste abandonadas porque te falto más perseverancia y los malos hábitos te llevaron a la quiebra o al fracaso? También debemos reflexionar en todo esto porque el justo por la fe vivirá, y se refiere a todas las áreas de nuestra vida.

Perseverancia significa que tienes tu mirada fija en tu objetivo, en tu meta y estas dispuesto a seguir avanzando a pesar de todo impedimento u obstáculo, y está dispuesto a pagar el precio para llegar hasta el final con éxito. Lo primero a lo que debemos estar dispuestos para perseverar y alcanzar la meta es quitar el estorbo del pecado y de los malos hábitos. Para esto necesitamos “Compromiso” con Dios y con nosotros mismos, con nuestro cónyuge y con nuestros hijos para quitarnos los estorbos.

Para perseverar en el éxito matrimonial y familiar es necesario arrepentirnos del pecado, confesarlo a Dios y pedirle perdón, y apartarnos de esa maldad o pecado, es decir, no volverlo hacer. Lo mismo debemos hacerlo con las personas que hemos lastimado y con los que nos han herido u ofendido.

Debemos demostrar el verdadero arrepentimiento con buenas obras, cambiando los malos hábitos por buenos, porque también tenemos un público alrededor nuestro que nos están viendo lo que hacemos y hablamos, comenzando en nuestra casa con nuestro cónyuge e hijos, y para los jóvenes solteros con sus padres. Pero el principal testigo que nos siempre nos ve es Dios.

Perseveremos en la carrera de la vida cristiana quitando el pecado y los malos hábitos que nos hacen caer y no nos dejan ganar. – Perseveremos!!