sábado, 7 de julio de 2012

Clase 17- GC 2012

EL RIO DE DIOS
Salmo 46:4-7


Algo interesante que observe cuando era niño en las tierras veracruzanas, en las vacaciones calurosas de verano que visitaba a mi abuelita, veía el campo amarillo claro por la sequía y la tierra esperaba a gritos el tiempo de lluvias a partir del mes de junio. Pero había una sección, o franja o camino verde que trazaba su ruta a lo largo de aquellas tierras. Era un hermoso contraste de colores. Descubrí que esa franja verde se debía al arroyo que fluía con agua fresca y cristalina por en medio, donde muchas veces me fui a refrescar para soportar el intenso calor.

Siempre que hay un río o arroyo, tendremos pastos y árboles verdes y frescos, con fruto en su temporada, porque ese río hidrata la tierra y fortalece la vida vegetal. Nosotros debemos echar raíces a la orilla del río de Dios para que nuestra vida esté fuerte y dando fruto siempre (Buenas obras) y no por temporadas. Salmo 1:1-3

(46:4) Las Escrituras nos dice que hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, la santa habitación del Altísimo. Hay dos cosas que debemos reflexionar: (1) El Señor ya no habita en templos hechos por manos humanas, ahora nosotros en Cristo Jesús somos el templo del Espíritu Santo y ya habita dentro de nosotros. (2) Hay un río espiritual en nuestra vida que se activó con la llegada del Espíritu Santo, que nos trae gozo y muchas cosas más! – 1Corintios3:16-17, Juan 7:37-39, Juan 20:17-22

(46:5) Dios está en nosotros, por lo tanto no caeremos en el desanimo y desesperación porque Dios nos brinda su ayuda, nos sostiene con brazo poderoso, con Su Palabra. Por lo tanto declaremos con fe: “El Espíritu Santo es un río en mi interior que me trae gozo. Dios habita mí; no seré destruido porque el Señor me protege. ¡Las naciones se encuentran en un caos, y la tierra se derrite! Cristo Jesús es mi fortaleza”

El profeta Ezequiel tuvo una revelación acerca del Río de Dios (47:9-13), donde nos muestra que donde pasa ese río trae vida, abundancia, transformación y restauración. El Espíritu Santo hace que podamos vivir en completa libertad en Cristo Jesús, restaurando nuestra vida hasta que reflejemos la gloria de nuestro Señor Jesucristo como en un espejo. 2Corintios 3:18

Las vidas de las personas pueden estar secas y áridas como un desierto por consecuencia de sus maldades y pecados que hacen. La falta de perdón los lleva a guardar rencores y se quedan estancados en el pasado doloroso afectando su visión personal, porque ya no miran hacia adelante y no tienen ánimo de avanzar.

Dios abrirá un río en medio de ese sequedal hasta que la persona se arrepienta de sus maldades y perdone de corazón todo el daño que le hayan hecho. Dios hace cosas nuevas en nuestra vida cuando Él perdona nuestros pecados por nuestro arrepentimiento y por confesar a Cristo Jesús como Señor. Dejemos fluir el Río de Dios en nuestra vida y viviremos restaurados y seguros. Salmo 107:33-34, Isaías 43:18-19, 2Corintios 5:17